La palabra NEL, en nuestra jerga es sinónimo de negación, aclaro por l@s amig@s internacionales que leen este blog, Sandra Barraza quien para mí es alguien con una buena visión de lo que como nación necesitamos, poseedora de un pensamiento crítico constructivo, hace un pequeño comentario sobre la situación que aqueja nuestro país esta semana, de nuevo, para los amigos internacionales, resulta que las maras (pandillas) han estado aterrorizando nuestro país, asesinando a muchas personas, un sector particularmente golpeado es el transporte público, han muerto recientemente muchos motoristas de autobuses y cobradores, a manos de estas pandillas, la mayoría por cuestiones de renta (impuesto obligatorio que se paga a las maras, el monto es determinado por cada pandillero) a este efecto, los propietarios de autobuses dispusieron un paro de labores de 3 días para protestar contra la inseguridad, también el comercio se vió afectado y cerró sus puertas por la terribles amenazas que obtuvieron de pandillas, amenazando que si trabajaban durante estos 3 días, sufrirían las consecuencias, en un canal de televisión, apareció un religioso quien dijo haber recibido un comunicado de las maras, que pedían ciertas cosas y querían negociar, sobre esto es que Sandra escribe hoy en opiniones de la prensa Gráfica y quiero reproducir aquí:
Alrededor del 70% de la población se moviliza en transporte público. Toda esa gente a diario tiene que sufrir las consecuencias de la falta de competencia y transparencia en ese sector y todos, en transporte público y en privado, sufrimos las consecuencias de sus abusos, sus imprudencias y sus ilegalidades. Allí están porque se necesitan, allí están con la contemplación de las “autoridades”. Nada nuevo que beneficie a los usuarios se ha visto.
El transporte público es la evidente y contundente muestra de lo que en nuestra sociedad está sucediendo: las instituciones simplemente no funcionan, los funcionarios y empleados no las hacen funcionar porque no pueden o porque no quieren, las leyes no se aplican y para ocupar el tiempo siempre se están reelaborando y aunque se cambien, se aprueben y sancionen, la realidad avanza con más rapidez que todas las palabras que se ponen en su reelaboración.
El transporte público es el reflejo de la incapacidad en el manejo de la seguridad pública y peor porque es una amenaza, ha sido “inspiración” para hacer llamados a la negociación con grupos que se dedican a delinquir empezando por extorsiones y amenazas hasta terminar con la vida de la gente. No es de ahora. Esto lo venimos padeciendo desde hace bastante y por los medios de comunicación, es evidente que la tasa de crecimiento y su complejidad son ¡exponenciales!
El transporte público ha sido el espacio “más demandado” por la delincuencia. A los motoristas y cobradores les piden “renta” y a los usuarios los amenazan, los asaltan y los matan sin cruzar palabra. Nadie y en ninguna parte está seguro porque en ninguna parte hay seguridad y mucho menos, se siente la seguridad. Pequeños grupos de “bichos” amparados y manejados por otros, conforman redes que tienen en permanente zozobra a todos. A los residentes en las colonias los someten y al resto nos tienen en el permanente. ¿Quién sigue?
En las colonias se conocen y reconocen. Son pocos numéricamente porque en las colonias hay más gente decente y trabajadora que “bichos” pandilleros, pero a todos, absolutamente a todos, los tienen sometidos a una supervivencia en zozobra. Hasta ahora nada de lo anunciado ha funcionado... la zozobra ha llegado a todo el país. ¡Increíble pero así es! Y ante esta realidad ¿cómo es posible que se haga un llamado a la “negociación” con estos bichos? ¿Qué voy a negociar? ¿Extorsión por día? ¿Monto de la extorsión? ¿Homicidios diarios? ¿Lugar de homicidios? ¿Leyes y artículos aplicables? ¿Privilegios de irrespeto a leyes para delinquir?
La vigencia y el respeto a los artículos n.º 1 y n.º 2 de la Constitución de la República son de obligatorio cumplimiento de parte del Estado. Su cumplimiento es para toda la población salvadoreña dentro y fuera del territorio. Los derechos de pequeños grupos de delincuentes organizados en pandillas, que dicen que llegan a cien mil, que paralizan el país y que obligan a declaraciones de funcionarios que parecen no dimensionar lo que a diario sucede en las calles y avenidas, NO pueden prevalecer sobre el derecho de los seis millones restantes. ¿A quién se le ocurre semejante distorsión?
En democracia se negocia. Ciertamente. Pero la negociación se da en el marco de la ley y la institucionalidad. No me sorprende que la Sala de lo Constitucional falle la inconstitucionalidad de las transferencias presupuestarias en el Órgano Ejecutivo sin el aval de la Asamblea Legislativa. Si esta práctica se mantuviera ¿para qué elaborar presupuestos y presentarlos a la Asamblea Legislativa? Si esta práctica se mantiene, obligado es modificar los artículos n.º 131 y n.º 167 de la Constitución.
En democracia debe aprenderse a negociar. ¡Hasta el presidente Obama lo hace! Recuerden cómo lo tuvieron cuando solicitó autorización al Congreso para destinar millones de dólares para paliar y salir de la crisis financiera. El presidente Obama estuvo obligado a informar y justificar una y otra vez; estuvo dispuesto a convencer y ganar el apoyo de miembros de su partido y obligadamente en los del otro partido. Nada estaba seguro. El presidente Obama y todos los presidentes de sociedades democráticas y convencidas de la democracia están dispuestos y saben negociar. De lo contrario, el sistema no funciona y todos lo saben. Nosotros no somos la excepción, pero nos cuesta entenderlo y asumirlo por nuestra cultura presidencialista, cultura que debe dejar espacio para que la institucionalidad funcione.
En esto tenemos una buena coyuntura, creada de donde menos se esperaba. Pero hacer un llamado para ¿negociar con personajes fuera de la ley? Esto queda fuera de la ley y es inadmisible.
Salu2 a tod@s
Mr. Moon.
La vida es un 10% como viene y un 90% como la tomamos.
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