miércoles, 29 de junio de 2011

Jugando con la bobina Tesla

Risa maníaca? siBata blanca de laboratorio? siVil complot para controlar el mundo? siSólo queda una cosa por hacer antes de convertirse en el científico loco oficial de su lugar de trabajo: Equipa tu cubículo con una bobina de Tesla y prescindir de zapatos plasticos con chispas 500.000 voltios de electricidad. Dispositivos similares fueron utilizados hace un siglo, para transmitir señales de radio, pero una bobina Tesla aparece como un apoyo de laboratorio en el original Frankenstein ,  El propietario es un genio loco que no debe meterse. Incluso si no estás uniendo cadáveres en un vano esfuerzo para convertirse en divino,  ja! El miedo a la ira del electromagnetismo que han desatado, los mortales insignificantes!


Que tal este juguetito eh

salu2 a tod@s y Felicidades mi GiGi por su licencia de conducir

Mr. Moon.
La vida es un 10% como viene y un 90% como la tomamos.

viernes, 24 de junio de 2011

Es realmente Jesús un ejemplo ético a Seguir?

La idea de Jesús de Nazaret como un ejemplo de excelencia moral es un tópico cultural que se da casi por sobreentendido incluso entre mentalidades "agnósticas" y no creyentes. Madman, or something worse ("Un loco o algo peor") es un documental de próximo estreno que rompe este tabú. ¿Está realmente Jesús "entre los grandes pensadores éticos"?

Michael Martin, autor de un interesante Alegato contra el cristianismo (editado en España porLaetoli), ya resumió hace unos años ciertos argumentos morales que cuestionan la ejemplaridad del mitológico fundador del cristianismo. Martin cuestiona que la "ética" propuesta por Jesús, si puede ser llamada así en absoluto, resultara deseable o incluso practicable. Resumiendo algunos puntos importantes:

1. El principal mandamiento de Jesús es amar a Dios (Mt. 22, 37-38). En la creencia de la inminencia del Reino de Dios, Jesús tal como aparece en los sinópticos apenas se interesó por los problemas mundanos (como la familia, la propia vida y las propiedades), amenazando además con terribles castigos a quienes rechazaran sus enseñanzas.

2. Las prácticas morales de Jesús contrastan con las imágenes pacifistas idealizadas. Predicó, por ejemplo, el castigo eterno para quienes blasfemaran contra el espíritu santo, empleó la fuerza para expulsar a los mercaderes del templo, guardó silencio sobre el trato dado a los animales en el templo y en general despreció el valor de la razón y el conocimiento.

3. Jesús no se pronunció sobre temas morales como el aborto, la pena de muerte o la esclavitud. No hay pruebas, en particular, de que atacara la esclavitud tan común en el mundo antiguo.

4. El mensaje de Jesús está tan condicionado por la inminencia del Reino de Dios que despreció la provisión por el futuro característica de cualquier civilización. Como apostilla Martin: "cualquier persona razonable preocupada por la existencia de una sociedad justa y sana debe rechazar la orden de Jesús, pues la evidencia indica que, para lograr tal sociedad, es necesaria una cuidadosa planificación del futuro."



En todo caso hay que remitirse a las fuentes, en este caso el supuesto creador de todo, pero surge una pregunta sobre éste y su forma de comportarse en el antiguo testamento que puede calificarse como mínimo de "Dios Terrible", veamos porqué


La idea de un Dios como vigilante moral es un supuesto habitual en las teorías evolucionistas sobre el origen de la religión. Según el planteamiento más corriente, el castigo sobrenatural podría ser una adaptación ancestral capaz de mejorar la cooperación dentro del grupo y de resolver el problema de los aprovechados (freeriders). Un artículo reciente, sin embargo, publicado en Religion, Brain & Behavior pasa revista a esta teoría (o conjunto de ellas) y arroja algunas dudas sobre el relato. Las evidencias etnográficas de hecho no mostrarían que la creencia en castigos sobrenaturales exista dentro de sociedades típicas de cazadores y recolectores (sociedades de pequeña escala e igualitarias), mientras que esta creencia sí sería prevalente en las sociedades de gran escala, agrícolas y jerárquicas. El "Dios terrible" no sería, por tanto, una figura psicológica universal, sino un "invento" cultural bastante reciente en términos evolutivos.

En el blog Geneaology of religion recuerdan también el carácter "genealógico" de los relatos evolucionistas, y citan un fragmento de la Geneaología de la moral bastante pertinente. Nietzsche recuerda que los orígenes de una institución pueden ser muy diferentes a su utilidad actual, como de hecho supone la teoría de la evolución moderna:

Por muy bien que se haya comprendido la utilidad de un órgano fisiológico cualquiera (o también de una institución jurídica, de una costumbre social, de un uso polÌtico, de una forma determinada en las artes o en el culto religioso), nada se ha comprendido aún con ello respecto a su génesis: aunque esto pueda sonar muy molesto y desagradable a oídos más viejos, ya que desde antiguo se había creído que en la finalidad demostrable, en la utilidad de una cosa, de una forma, de una institución, se hallaba también la razón de su génesis, y así el ojo estaba hecho para ver, y la mano estaba hecha para agarrar.
– Friedrich Nietzsche, Geneaología de la moral (II:12)



Fuente


Salu2 a tod@s y Felíz cumpleaños a mi sobrino Diego que en estos días estuvo de cumpleaños


Mr. Moon.
La vida es un 10% como viene y un 90% como la tomamos.

sábado, 18 de junio de 2011

Los productos naturales ! Vaya Timo !

"Los alimentos ecológicos tienen más riesgos sanitarios y no son mejores para el medio ambiente"
José Miguel Mulet, autor del libro "Los productos naturales ¡vaya timo!"


Los alimentos ecológicos son hasta cuatro veces más caros y no hay ninguna evidencia científica de que sean mejores para la salud o el medio ambiente, según José Miguel Mulet. Este Doctor en química y profesor de la Universidad Politécnica de Valencia ha publicado el libro "Los productos naturales ¡vaya timo!". Mulet recuerda que las alertas sanitarias en producción ecológica son mayores, aunque reconoce que en porcentajes bajos, y que la normativa que se aplica a estos productos permite en ocasiones prácticas incluso perjudiciales para el medio ambiente.

Por ALEX FERNÁNDEZ MUERZA18 de junio de 2011
¿En qué se basa para hacer las afirmaciones recogidas en su libro?

Hay miles de estudios. Los más completos se publicaron en 2009 y 2010. Se revisaron todos los estudios comparativos entre alimentos convencionales y de producción ecológica de los últimos 50 años. Se buscaron diferencias en calidad nutricional o efectos sobre la salud. La conclusión fue que en general las propiedades eran similares. También muchas prácticas autorizadas en agricultura ecológica suponen un mayor nivel de emisiones de dióxido de carbono (CO2) o de otros gases de efecto invernadero, como metano u óxido nitroso. En cuanto al precio, puede llegar a ser tres o cuatro veces más alto. En tiempos de crisis, no creo que aporten nada a la sociedad. La comida, como cualquier otro producto de primera necesidad, debe ser segura y barata. Todo el mundo merece tener acceso a la alimentación.

Con el título de su libro no va a hacer amigos entre los defensores de este tipo de productos...

La coletilla del ¡vaya timo! es el título genérico de la colección. El libro pretende aclarar la información que circula sobre "lo natural", muy sesgada por motivos ideológicos y con muy poca base científica. La palabra natural solo hace referencia al origen, no indica que sea mejor o peor. La E. coli es una bacteria muy natural y mire el lío que ha causado en Alemania. Aunque dedico los primeros capítulos a alimentación, hablo de más temas, como medicina y farmacia natural, incluso de productos naturales para el hogar y energía verde (o no).

¿Por qué se ha asociado la infección de E. coli a un cultivo de agricultura ecológica?

La E. coli es una bacteria fecal y la agricultura ecológica utiliza fertilizantes naturales, que son ricos en esta bacteria y ocasionan problemas de vez en cuando. No obstante, señalar a los productores españoles ha sido una precipitación irresponsable de las autoridades alemanas.

¿No hay controles de calidad / sanitarios para los productos ecológicos?

En principio, estos productos están sujetos a la misma legislación sanitaria que los convencionales, con alguna salvedad, como el nivel de micotoxinas admitido. Pero a efectos prácticos la producción ecológica es un acto administrativo. La normativa ecológica no se mete en cuestiones de sanidad, seguridad alimentaria o calidad nutricional. Si se cumple el reglamento de agricultura ecológica, la agencia certificadora da el sello. Es como la ITV del coche.

¿Y la legislación se aplica?
Muchas veces la producción-distribución se realiza por pequeños productores, cooperativistas o particulares, de manera que dificulta la realización de inspecciones.

¿Corren peligro los consumidores de estos productos?

En proporción, las alertas sanitarias en producción ecológica son mayores que en otros tipos de producción. Aún así, hablamos de porcentajes bajos. Decir que los consumidores de agricultura ecológica corren peligro me parece exagerado.

¿Por qué cree que la agricultura ecológica se defiende sin espíritu crítico, a diferencia de otros productos que reciben todo tipo de ataques?

La agricultura ecológica apela a nuestras emociones, no a nuestra razón. Todos queremos proteger el medio ambiente. La cuestión es cómo. A veces, las normativas de los países presentan severas discrepancias y contradicciones entre ellas. La Unión Europea (UE) tiene una, mientras en Estados Unidos coexisten cinco. La normativa europea se basa en que todo lo que se aplique en un cultivo sea de origen natural. Tiene poco de científico y mucho de ideológico. Las propiedades de cualquier material dependen de su composición, no de su origen. No soy contrario a la conservación del medio ambiente, sino a las normas que no sirven para ese fin.

¿Qué hay de malo en querer consumir productos que no han recibido fertilizantes o plaguicidas químicos y han sido respetuosos con su entorno?

En la naturaleza todo es química. La agricultura ecológica también utiliza fertilizantes o plaguicidas. El problema es que la base de su autorización lleva a aberraciones como la utilización de sales de cobre como fungicida, que son muy contaminantes para el suelo y los acuíferos, sin olvidar el impacto ambiental de la minería de cobre. También hay insecticidas como el Espinosad, con poquísima especificidad y fatal para las abejas. Las prácticas ecológicas no siempre son respetuosas con el entorno. Hay insecticidas o fertilizantes de síntesis mucho más específicos y menos agresivos para el medio ambiente, pero no los utilizan por "artificiales". Además, al emplear técnicas que no ofrecen la mejor producción, necesitan más suelo agrícola para alimentar a todo el mundo y este se tiene que quitar al bosque o a la selva. Resulta una producción que tiene poco de ecológica.

¿Qué tendría que hacer para ser ecológica de verdad?
Cambiar el espíritu de la normativa. Debería poner énfasis en el nivel de emisiones o en el impacto ambiental de las prácticas, y autorizar solo las que aportaran certeza de que su impacto es menor. Otra objeción es el injustificado veto a los transgénicos, cuando su efectividad está más que demostrada y gracias a ellos se ahorran toneladas de insecticidas y herbicidas. Aunque hay excepciones a esta norma. Australia autoriza etiquetar como ecológico algodón transgénico. No autorizar el cultivo del algodón transgénico en Europa ha supuesto pasar de exportadores a importadores. Más del 50% del algodón utilizado en España es transgénico (desde la ropa a las compresas, o los billetes de euro). Posiblemente, las camisetas que llevan impreso el mensaje "No quiero transgénicos" están hechas con algodón transgénico.

¿No cree que sea más respetuoso para el medio ambiente el cultivo y consumo de productos naturales frente a otros elaborados de forma industrial?

Lo más respetuoso para el medio ambiente es consumir productos con un proceso de producción optimizado, de forma que sus emisiones y su impacto sean el menor posible.

¿No hay cabida para una solución que aproveche lo positivo de ambos tipos de producciones?
Tiene un problema de fondo. Si no se adapta a la normativa de producción ecológica, no se puede vender como ecológico, aunque su producción sea respetuosa con el medio ambiente. Cada vez más la industria se adapta a la normativa medioambiental y las inspecciones son más estrictas. Hace 50 años había auténticas salvajadas. Hoy en día, la mayoría de estas prácticas están erradicadas. La agricultura convencional producida en la UE, en general, es muy respetuosa con el medio ambiente. Otra historia son las importaciones de terceros países que utilizan fitosanitarios prohibidos en Europa. La UE debería ser menos permisiva por la seguridad de los consumidores y por los agricultores europeos que cumplen la normativa y sufren competencia desleal.

¿Qué consejos daría a los consumidores para hacer un consumo crítico de estos productos?

Que consuman lo que más les guste y mejor se ajuste a sus bolsillos. Hoy por hoy, el certificado de producción ecológica no garantiza que sea mejor para el medio ambiente, ni más sano, ni que esté más bueno. Y sobre todo, que intente consumir productos producidos en la UE. Han superado un control de calidad y de impacto ambiental muy riguroso y, además, evita emisiones por el transporte.

Principales datos de José Miguel Mulet
José Miguel Mulet (Denia, 1973), Doctor en química (especialidad bioquímica y biología molecular) por la Universidad de Valencia. Profesor titular de la Universidad Politécnica de Valencia (departamento de biotecnología) e investigador en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas, donde dirige una línea que estudia cómo toleran las plantas el frío y la sequía y cómo se relaciona con los mecanismos que regulan el crecimiento. Acaba de publicar un libro titulado "Los productos naturales ¡vaya timo!" (Ed. Laetoli), donde habla de todos los mitos y falsedades que rodean al mercado de "lo natural". Escribe un blog con el mismo título, que recoge temas sobre alimentación, biotecnología y ciencia en general.

Fuente de la entrevista

Salu2 a tod@s y Felíz día del padre

Mr. Moon.
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miércoles, 15 de junio de 2011

Castellano doblado. Interferencias del inglés en el castellano contemporáneo


El 13 de mayo de 1993, y bajo el título «Modernos y elegantes», el escritor Julio Llamazares publicó en el diario El País un divertido artículo que desde entonces ha corrido mucho, llegando incluso a circular por Internet como un anónimo, reelaborado y reenviado por cada internauta como un palimpsesto. En aquel texto, su autor pretendía denunciar y ridiculizar la actitud de importación indiscriminada e incontinente de términos ingleses, que por entonces afloraba en España. Sus primeras líneas dan el tono del artículo: «Desde que las insignias se llaman pins, los maricones gays, las comidas frías lunchs [sic], y los repartos de cine castings, este país no es el mismo: ahora es mucho, muchísimo más moderno».


1. Una nueva evaluación de la modernidad lingüística
Su percepción ―consciente o inconsciente― de que la llamada modernidad no era (es) más que un disfraz o una coartada de las relaciones de poder es muy correcta. «Modernidad» es, ciertamente, una coartada más atrayente que cualquier «superioridad» basada en cualesquiera supuestas ventajas inherentes a esa lengua. La sensibilidad y la sumisión a esa forma específica de poder (y a la avaricia de apoderarse de su capital simbólico, que algunos ven inmenso) es lo que yo llamaría papanatismo.


La intención de Llamazares es satírica, y su idea de una substitución de palabras  tradicionales castellanas por otras inglesas una a una no pretendía otra cosa que conseguir el ridículo por acumulación casi caótica. Como hemos tenido ocasión de comprobar con el paso de los años, ese planteamiento daba una idea insuficiente de la gravedad del proceso: el problema real es que cada término importado del inglés por los papanatas (economistas, periodistas, tecnócratas, negociantes, tenderos o simples indocumentados con trascendencia pública) cae sobre la lengua de llegada como un obús que deja a su alrededor un socavón de silencio en forma de palabras extinguidas. La fascinación por el neologismo imanta la imaginación verbal y la reseca. Como sucede a menudo con una especie foránea que se trasplanta, en torno a cada importación se rompe el equilibrio ecológico, crece el desierto y surge una nueva lengua para el intercambio habitual sin la flora ni la fauna autóctonas, irremisiblemente depauperada.


Por no extenderme demasiado me limitaré a una importación reciente pero especialmente ilustrativa del efecto obús: me refiero a la versión anglófona de «ratio», el viejo término latino del que deriva el castellano «razón». Pues bien, el uso sumiso de «ratio» no suple a una palabra castellana, sino que ha provocado la cuasiextinción de una retahíla de recursos léxicos: los substantivos «proporción», «promedio», «media», la expresión «por término medio», ciertos sentidos de «relación» e incluso «razón» en la locución preposicional «a razón de». Convertida en fetiche, «ratio» ha ampliado su campo designativo hasta abarcar cualquier dato al que, en el ámbito de las cuantificaciones, quiera pintársele bigote. En una reciente carta que he recibido de D. Rodrigo Rato, presidente de Cajamadrid, alabándose a sí mismo y a su buena gestión medida en porcentajes, la palabra «ratio» (o, más exactamente en plural, «los ratios», sic) significaba sencillamente «cifra».


Los años trascurridos desde la publicación del artículo pionero de Julio Llamazares nos han permitido un balance más atinado de los daños ocasionados en la lengua castellana por obra de los modernos papanatas anglómanos. Llamazares se centra exclusivamente en el léxico, y esa esfera es, si se quiere, la más superficial y controlable, por evidente. Mucho más perturbadores son los mimetismos relacionados con estructuras y hábitos lingüísticos, puesto que estas modificaciones operanimperceptiblemente (es decir, como si se debieran a decisiones propias de los usuarios de la lengua, al haber desaparecido todo rastro formal o superficial de la lengua inglesa). Como en el caso del léxico, las novedades no simplemente substituyen a un recurso tradicional del castellano, sino que, habitualmente, socavan o diluyen diferencias funcionales, estilísticas o connotativas elaboradas por el trabajo intergeneracional en nuestra lengua.


El calco como creatividad
En mis años mozos me movilicé muchas veces contra el ingreso de mi país en la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la OTAN. En aquellos tiempos, entre los setenta y los ochenta del siglo pasado, las pancartas que levantábamos rezaban «OTAN, no». Por aquel entonces, los coches de los que tenían coche y las motos de los que tenían moto (incluso las bicis de los que tenían bici) llevaban adheridas en algún lugar visible alegres pegatinas con el lema «Nucleares, no (gracias)». Ese tipo de formulación del rechazo era lo que se hacía habitualmente en la lengua del país: la tipología del castellano impone que el rechazo a algo o alguien se exprese detrás del nombre de la cosa rechazada, igual que decimos «Tonterías, ninguna», u «Hoy póngame plátanos, pero naranjas, no», o «Perros, no» (con o sin coma). Sin embargo, en las manifestaciones de los tiempos en que escribo esto, leo otra manera de poner las cosas: «No a la guerra de Irak», «No al laicismo agresivo», «No a las drogas», etc. La negación se antepone y se liga sintácticamente.


No se trata de que este nuevo procedimiento para eslóganes de condena o rechazo sea, digamos, incorrecto o agramatical. Aunque peregrino y merodeante, siempre ha estado disponible. Se trata de que el viejo modo expresivo ha desaparecido del uso. ¿Qué ha sucedido? Ha sucedido que han empezado a traducirse palabra por palabra lemas originados en los Estados Unidos (en cuya lengua, la negación precede a lo negado: No dogs, No war, No nukes, etc.), para proceder luego a aclimatar su sintaxis como un rasgo de lo moderno, lo elegante o simplemente lo correcto.


Pero esa inversión de la tradición no es la única. Los sintagmas ingleses se organizan de lo particular a lo general, exactamente al revés que el castellano, que formula la realidad de lo general a lo particular. Esa es precisamente la diferencia que existe entre una lengua denominada «tipo OTAN», como la castellana, y otra «tipo NATO», como la inglesa. La adopción de una sintaxis tipológicamente inglesa ha sido secundada por el mundo del márketing, la publicidad y la negocística de forma masiva. De esa manera, sobre el modelo del archicélebre sintagma «Warner Brothers» y otros similares, sus «creativos» han conseguido que «Viajes Halcón» se transformara en «Halcón Viajes», los «Hermanos Ramírez» en «Ramírez Hermanos», el «Pabellón Fernando Buesa» en «Fernando Buesa Arena» o la «Parrilla El Javi» en (¡y juro que es un ejemplo real!) «El Javi Parrilla».


El papanatismo suele ser el pecado de la clase media con humos. Es difícil ignorar sus efectos en sectores «intelectuales» y cuadros de la administración, en el lenguaje de la economía, de las diversas políticas, desde la educativa a la sindical, incluso del ejército. Es en estos ámbitos donde se ha creado y desarrollado una nueva manera de construir plurales en castellano. Responden estos a una gramática especial que no se ajusta a ninguno de los supuestos previstos en la casuística de nuestra lengua, que se aplica en principio a palabras percibidas como cultas y (morfológicamente) extranjeras, pero que ya ha empezado a hacer estragos en su entorno ecológico. Cualquier palabra no castellana forma su plural de una única manera y siempre la misma: se le añade una sencilla -s desinencial, incluso aunque el singular termine en consonante.


Se oye, así, hablar de referéndums, ultimátums, currículums, déficits, júniors, etc. Los plurales de cultismos extranjeros, preferentemente procedentes del latín (pero también de otras lenguas, en realidad de cualquier lengua extranjera), se tratan de esta sorprendente manera: para construirlos no se recurre ni a «referenda» (como en el original latino), ni a «referendos» (que sería la adaptación morfológica natural al castellano para los cultismos), ni a «referéndumes» (la adaptación coloquial a las reglas del plural del castellano, como «álbumes» ―o «álbunes»― para «álbum» ―o «albun»―) ni, como alternativa, a permitir que sean los determinantes, adjetivos o artículos los que aporten la marca del plural manteniendo el cultismo inalterado (i.e., indeclinable) en su forma del singular latino: «los, algunos, estos referéndum». Cualquiera de esas soluciones tendría una lógica gramatical. Pero, no: la forma preferida y reiterada en la prensa es «referéndums», un plural que agrede la fonología del castellano y que no se corresponde a la forma de hacer plurales ni en latín, la lengua original de la palabra, ni en castellano. ¿Será catalán? No, por dios: aunque algunos hablantes del catalán puedan reforzar su uso, se trata del simple y sencillo plural inglés. La introducción de un nuevo plural «fino» modificará, sin duda, la ecología del plural en castellano. Este plural «moderno» presiona: yo ya he oído «carácters» en la radio.


Películas y peliculeros
En una gran proporción, si no en su mayoría, estos mimetismos se cuelan, por así decirlo, por los intersticios de la mala traducción, una actividad cuya presencia y frecuencia en estos tiempos no se puede, por mucho que se pretenda, exagerar. En la actualidad, las vías de traducción del inglés abarcan todos los aspectos de la realidad comunicativa: sin ser apenas consciente, uno escucha traducciones de inglés cuando oye las noticias internacionales o programas musicales, cuando asiste a conferencias sobre economía, lingüística o sociología, cuando consulta instrucciones de uso y prospectos médicos, cuando recibe consignas políticas y eslóganes. Y, al traducir, calcamos. Eventualmente podemos ver el proceso en marcha. Ciertos grupos (o las cabezas pensantes de ciertos grupos) parecen especialmente sensibles a la influencia de la lengua inglesa. Uno de ellos es el activismo feminista, que ya ha conseguido imponer la palabra «género», calcando el inglés gender, e intenta por todos los medios imponer el calco correspondiente a to empower y empowerment a base de llenar las paredes con pintadas que proponen de forma (aún) enigmática para la población: «Mujer, empodérate».


Pero eso es ahora, últimamente. Durante años, la principal vía de traducción del inglés ha sido la destinada al doblaje cinematográfico. Las perversas directrices del régimen franquista que obligaban al doblaje de las películas extranjeras con objeto de mejor someterlas a censura y control está teniendo, al cabo de los años, consecuencias difíciles de prever para sus impulsores y, seguramente desde su punto de vista, seriamente contraproducentes. Un par de generaciones más tarde, los niños, que según estudios recientes se sientan unas tres horas de media ante el televisor y acuden en masa al cine los fines de semana, aprenden a través de estos medios un castellano nuevo, transformado, ecológicamente degradado. Es el resultado de escuchar una lengua que, en un porcentaje altísimo y creciente, consiste en traducciones estajanovistas del inglés de los Estados Unidos.


Cuando describo muchos de los fenómenos que vienen a continuación tengo la sensación de estar describiendo el idioma generacional de mis hijos: el castellano doblado.


2. Modificaciones de la ecología lingüística


El posesivo y la propiedad privada
Los fenómenos son muy evidentes; los efectos son sutiles y de calado. Salvo quizá para quienes tienen dificultades en aceptar el llamado «calentamiento global», es fácil de observar en el castellano contemporáneo un insólito abuso de los adjetivos posesivos, a los que se recurre de las maneras más inoportunas. Los locutores deportivos son entusiastas de la cosa: «Se ha lesionado en su rodilla», nos dicen, sin animarse a explicarnos en la rodilla de quién más podría haberse lesionado alguien. Los profesionales de los hospitales están contaminados: la persona encargada de tomarme una placa radiográfica me daba las indicaciones diciendo «Acerca tu pecho», «Levanta tus brazos». Le pregunté por qué me hablaba de manera tan poética, pero lo tomó por un chiste.


El radiólogo ya no distinguía, al parecer, las diferencias que hay entre el registro poético «Dame tumano», con posesivo, y el coloquial y cotidiano «Dame la mano», con el artículo en su lugar. El abuso obsesivo de los adjetivos posesivos ha terminado por diluir la barrera entre esos registros, hasta el punto de que su empleo ha llegado a ser considerado por parte de una capa semiculta de la población como un detalle urbano o moderno (en el sentido de Llamazares) del lenguaje. De ese modo, primero en las pelis y luego en la calle, poesía y grosería coexisten contranatura en expresiones como «Mueve tu culo», en lugar del castizo, prosaico y normal «Mueve el culo».


El uso es desinhibido en la publicidad, donde la propiedad privada y sus defensores semánticos han hecho de curso habitual expresiones como «Acuda a su banco», «Consulte con su concesionario», como si uno tuviera un banco, un concesionario de automóviles o una pizzería. Una especie de colmo me pareció una recomendación publicitaria: «Entre ya en su web y contacte con nosotros».


Aspecto especialmente grave de esta contaminación de corpúsculos posesivos es el que afecta a los verbos que se construyen en castellano, de una forma muy idiosincrática, con una estructura derivada del dativo ético latino, del tipo «Le planchó la camisa», «Me agarró el brazo», «Te robó la cartera», transformadas por arte del inglés mal traducido en «Planchó su camisa», «Agarró mi brazo» o «Robó tucartera». Educados a una media de tres horas diarias de exposición a la televisión, los niños hablan ya así: «Mira mi espalda», le dice mi hija a mi mujer cuando algo le molesta en esa zona del cuerpo, y no «Mírame la espalda».


Es obvio que las relaciones de propiedad se expresan de manera muy diferente en inglés y castellano. El recurso del inglés a las partículas posesivas es dominante, mientras que el castellano tiene alternativas consolidadas. La pereza para encontrarlas por parte de algunos traductores es también responsable de la recurrente substitución de la estructura transitiva de ciertas construcciones castellanas {tener + OD [artículo + sustantivo] + predicado} por una atributiva siguiendo el orden de palabras inglés {S [posesivo + sustantivo] + ser/estar + atributo}, del tipo: «Tu mano está helada» en lugar de «Tienes lamano helada» o «Tu casa es enorme», en lugar de «Tienes una casa enorme».


La corrosión no solamente afecta a esa estructura y, de nuevo, a la desaparición de un contraste estilístico entre el lenguaje poético y el coloquial. Como compensación de su anemia gramatical y su mayor flexibilidad en otros órdenes, la sintaxis inglesa es más rígida, su orden de palabras es muy estricto. Si el uso de posesivo se combina con el orden de palabras de la lengua de Beckham, dentro de poco asistiremos al postmodernísimo parto «Mi cabeza duele» por «Me duele la cabeza».


Otra consecuencia indeseable más, vinculada al mimetismo de estructuras posesivas, es la relegación del adjetivo posesivo pospuesto, ignorado en favor del antepuesto allí donde el inglés prefiere esta solución: «No es mi culpa», dicen los chavales en lugar de «No es culpa mía»; los anuncios institucionales admiten «Es nuestra responsabilidad», pero nunca «Es responsabilidad nuestra», como si esa opción hubiese desaparecido. El recurso sin excepción al posesivo átono amenaza con eliminar de la mente de los hablantes la segunda solución, con el posesivo tónico, después de haber perdido estos la capacidad para advertir sus diferencias. Sin embargo, entre «Es mi hermano/amigo/socio» y «Es hermano/amigo/socio mío» existe una diferencia, al menos: la segunda frase parece informar además de que el hablante tiene varios hermanos, amigos o socios. Sin duda existen otras connotaciones contextuales que ahora mismo no estoy en condiciones de describir1, pero la diferencia incluye, al menos, el indicio de una pluralidad de objetos en la sintaxis pospuesta del posesivo y sugiere una exclusividad, una singularidad en la antepuesta. Cuando se dice «Es nuestra responsabilidad» parece que no tienen otra.


En cuanto a «No es mi culpa», eso no se decía hasta la generación de mis hijos, salvo en algún contexto literario, filosófico o religioso grandioso que no me siento capaz de evocar aquí. Para mis oídos, «No es culpa mía», una construcción hoy día en trance de extinción, habla de una mis posibles culpas, incluidas las muy triviales, y era muy frecuente en el uso cotidiano; en cambio, «No es mi culpa» habla de «la» culpa, la única, la grande o la por antonomasia. Es raro, muy raro; no se dice eso en castellano, no se decía.


Insensibilidad pronominal
Las influencias entre las lenguas han existido siempre, y en ocasiones no sin cierta inventiva, pero, la verdad, no veo por qué aceptar resignadamente las confusiones y mucho menos las limitaciones de posibilidades. Observa cómo se reduce la sintaxis de la lengua castellana y observarás la sintaxis de la lengua inglesa. Y también hay una lección para quienes aprenden idiomas: fíjate en cómo hablan los de las películas y estarás aprendiendo la personalidad orgánica de la lengua inglesa.


El inglés precisa obligatoriamente del uso de pronombres personales para indicar la persona del verbo, mientras que el verbo castellano puede servirse simplemente de sus desinencias para esa función. Nuestras desinencias verbales valen por sus pronombres personales, que el castellano tiene también, pero reserva para hacer énfasis por vía de la redundancia. No es lo mismo «Lo cogí» que «Yo lo cogí» (o, para el caso, «Lo cogí yo»): en la primera expresión se subraya el verbo (qué hice), en la segunda el sujeto (quién lo hizo: «yo», y no «otro»). La diferencia que hay entre las dos expresiones es la que media entre información y desafío. En inglés, esa función enfática es muy difícil de transmitir por escrito y de viva voz se refleja exclusivamente por medios tonales, que incluyen siempre el pronombre personal. La traducción descuidada, palabra por palabra, genera una sobreabundancia de pronombres personales en castellano, erosionando así la distinción entre el uso enfático y el no enfático, y transformando en narcisismo desafiante lo que suelen ser informaciones bastante tontorronas:
―Yo tengo hambre, ¿qué tenemos nosotros para comer hoy?
―Nosotros tenemos unas judías pintas en la olla.
Existen lamentablemente numerosas muestras de la pérdida de sensibilidad con el uso de los pronombres. En los mapas urbanos con los que el paseante puede toparse por las calles de Madrid, encontrará una localización marcada con un punto rojo y la leyenda «Usted está aquí». De nuevo ese texto delata una erosión en la capacidad para percibir diferencias en la posición de las palabras, causada por seguidismo perruno de mapas urbanos originales en inglés, donde el pronombre precede inexcusablemente al verbo en las oraciones enunciativas. Pero, no, en castellano no es lo mismo «Ustedestá aquí» que «Está usted aquí».


Con la primera información se satisface a la pregunta «Y yo (aparte de otros, a diferencia de otros), ¿dónde estoy?». Si no mediara la formalidad, la respuesta hubiera sido: « estás aquí», igual que dice un director de escena cuando va repartiendo a sus diversos intérpretes por el escenario. Pero en realidad, porque el mapa urbano no reparte posiciones geográficas entre figurantes, se debería limitar a contestar a la sencilla pregunta «¿Dónde estoy?»


Como respuesta, y si la susodicha formalidad no mediara, el texto del Ayuntamiento rezaría jovialmente «Estás aquí», sin pronombre, por supuesto. Formalidad mediante, la solución adecuada sería, en efecto, «Está usted aquí». Y eso porque el uso del pronombre personal «usted» en esa posiciónpospuesta al verbo no tiene nada que ver con la función de énfasis: es una posibilidad específica de dicho pronombre que se emplea para desambiguar la forma verbal, ya que podría confundirse con la tercera persona si se escribiese escuetamente «Está aquí» (todo el mundo se preguntaría «¿Quién?»).


Quiasmo interlingüístico
Los verbos no son menos conflictivos y traidores que los pronombres. Otro aspecto especialmente característico (la manera en que percibimos lo estructural) y que parece pasar inadvertido a los traductores es la relación inversa entre elemento verbal y adverbial en las expresiones de movimiento (y en otras acciones modales). Cuando escuchamos traducciones como «El bombero corrió adentro del edificio», «Sally se deslizó afuera de la habitación» o «Mi amigo nadó a través del río» estamos escuchando estructuras inglesas traducidas palabra por palabra. Un análisis ecuánime de las dos lenguas permite observar que el inglés coloca como verbo lo que el castellano coloca como adverbio, y viceversa: en inglés la dirección o sentido del movimiento (adentro, afuera, abajo, arriba, a través, etc.) se expresa en el adverbio (o preposición), mientras que el modo de ese desplazamiento (andando, corriendo, a zancadas, de puntillas, etc.) aparece como verbo. Se produce así una especie de quiasmo interlingüístico: las palabras que expresan el modo y la dirección, en inglés y castellano, se cruzan en aspa. Como resultado: The fireman ran in no significa un absurdo «El bombero corrió adentro», sino «El bombero entró corriendo», He/She slipped out no es «Se deslizó afuera», sino «Salió a hurtadillas / de manera furtiva» (o cualquier otra cosa), ni My friend swam across the river es «Nadó a través del río», sino «Cruzó el río a nado / nadando». Es esa peculiar diferencia la que causa la perplejidad del aprendiz hispano de inglés, que piensa que los verbos en esa lengua son infinitos. Y en cierto modo lo son; en esas estructuras cualquier información modal en castellano puede convertirse en verbo inglés: si es que «crucé a saltos» el río, entonces I jumped/hopped across the river; «Crucé en bici/moto» podría equivaler a I biked across, «Crucé de puntillas» sería I tip-toed across, etc. Como se ve en la serie, lo que permanece estable en castellano es la forma verbal («Crucé»), en tanto que en inglés es lo que la gramática escolar llama el adverbio o preposición correspondiente (across).


Otras muchas discrepancias que se filtran en el castellano en los doblajes de las películas, series o cualquier otro producto de ficción se han hecho características. El uso supletivo del verbo to doproduce serias vacilaciones en la traducción, con una proliferación realmente innecesaria del verbo «hacer». Las estructuras de comprobación, del tipo She ate the meal, didn’t she?, produce resultados barrocos en castellano. Por ejemplo, el diálogo: He travels a lot, but his sister doesn’t, no se traduce «Él viaja mucho pero su hermana no lo hace», sino, «Él viaja mucho pero su hermana, no».


Asimismo, la dificultad para percibir sintagmas con significado conjunto y depender de la traducción palabra a palabra ha transformado el uso del verbo «soler» en castellano, disparándolo. La frase «Youused to smoke» no se traduce «Tú solías fumar», sino «Antes fumabas». Del mismo modo, no se hace justicia a la frase I used to go there when I was a child traduciendo «Solía ir allí de pequeño», sino «De pequeño, iba allí». No parece comprenderse que la traducción del verbo auxiliar used to no es otro verbo, sino un adverbio o su equivalente expresivo.


Órdenes y prohibiciones
Las lenguas no son solo las palabras. Para no ser absurdas o simplemente malas, las traducciones deben tener en cuenta también los hábitos de cada idioma que, como las costumbres horarias o las gastronómicas de cada país, varían de uno a otro.


La ignorancia de aspectos pragmáticos por parte de los traductores no permite a muchos de ellos, al parecer, observar que el castellano formula preferentemente como prohibiciones lo que el inglés expresa en forma de órdenes. Casos corrientes para quien se mueve en coche: Keep clear equivale a «Prohibido aparcar»; Keep out a «Prohibido el paso». No significa que no se pueda decir en castellano «Mantenga despejado» o «Manténgase fuera», pero, ¿por qué decir cosas así? Lo más normal, en todo caso, es que el castellano coloquial recurra simplemente a la oración negativa: Stay away from me no debe traducirse automáticamente como «Mantente alejado/lejos de mí», sino más bien como «No te acerques a mí».


Como vemos, el problema es característico de los verbos to stay y to keep, frecuentísimos en inglés, que la traducción descuidada vierte como «mantener», sin darse cuenta de que ese verbo posee en la lengua de Sánchez Ferlosio un componente durativo y activo ajeno al uso prácticamente auxiliar que tiene en el idioma de Graham Greene. Un caso ya casi irremediable ha dado como resultado la expresión típica de los prospectos médicos: «Mantenga este medicamento fuera del alcance de los niños», traducción literal de inglés Keep this medicine out of children’s reach. Pero «mantener» exige una participación activa del sujeto resistiendo una presión ajena. Para imaginar eso hay que representarse al cumplidor o la cumplidora de la prescripción corriendo delante de los niños,manteniendo el producto lejos de su alcance, mientras estos se empeñarán a toda costa en hacerse con él. Pero esa no es la idea… Es obvio que lo que se quiere decir en castellano es, simplemente, «No dejeeste medicamento al alcance de los niños», cuyo cumplimiento se satisface de una vez por todas, con una acción puntual.


Por las mismas vías el abuso de «mantener» se ha colado en supuestos usos papanatas-moderno-educados, de manera que, ya reiteradamente, me he encontrado el cartel «Mantén la puerta cerrada» adherido al exterior de algún local o edificio al que pretendo acceder. Siempre me paro, obediente, esperando que alguien venga a asistirme. Semejante orden, aunque sea por favor, me parece exagerada e incomprensible: no solo me invita a no intentar pasar por ella, sino incluso a arrimar el hombro para que nadie consiga abrirla desde dentro. ¡Semejante falta de tacto para decir «No dejes la puerta abierta» o, todavía más sencillo, «Deja la puerta cerrada»! Lo otro (igual que «Mantén la boca cerrada») advierte de que la puerta no se abrirá bajo ningún pretexto, cuando lo que se pretende decir, en realidad, es que la puerta debe volver a cerrarse una vez se ha pasado por ella. Son dos cosas muy diferentes. Si lo hablas con quien ha puesto el cartel, está dispuesto perfectamente a admitir su error, pero puede llegar a argüir que en su versión absurda y papanatas suena mejor… Algunas instituciones donde lo he encontrado son educativas, lo que añade gravedad al pecado. Habitualmente, el texto castellano aparece bajo el texto inglés: Keep the door closed. De nuevo asistimos aquí a un sutil y perverso triunfo de las relaciones de poder lingüístico: persiguiendo el español ‘fino’, se ha llegado a la infinita sofisticación de ¡traducir (mal) del inglés!
JUAN LUIS CONDE
Universidad Complutense de Madrid
juanlconde@gmail.com

Fuente : http://ec.europa.eu/translation/bulletins/puntoycoma/122/pyc1224_es.htm
Salu2 a tod@s 


Mr. Moon.
La vida es un 10% como viene  y un 90% como la tomamos. 

Las lavadoras cambian la vida de las mujeres y sus familias mejorandolas

Cuando uno tiene la suerte de contar con ciertos artefactos electrodomésticos, los das por descontado,  no nos detenemos a pensar en como han cambiado nuestra vida, directa o indirectamente, Hans Rosling nos muestra como la lavadora ha cambiado la vida de las mujeres y de nuestras familias, pongan los subtitulos en español

¿Cuál es el mayor invento de la revolución industrial? Hans Rosling propone la lavadora eléctrica. Con nuevas gráficas de Gapminder, Rosling nos muestra la magia que emerge cuando el crecimiento económico y la electricidad transforman un aburrido día de lavado en un día intelectual de lectura.







Salu2 a tod@s y Felicidades a Bessi besitos que esta de cumple, que lo disfrute

Mr. Moon.
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lunes, 13 de junio de 2011

Mari Makinami de Evangelion

Lo prometido es deuda, aquí la galería de fotos (las que se pueden publicar) del personaje de Evangelion Mari Makinami, piloto y heroína de mi pequeño y gran amigo Joselito, a quien le encanta esta saga, y claro con sus 12 añitos no es para menos, no es habitual que tenga un lector de tan pocos años, pero ahí esta mi amigo Joselito, si se fijan bien notarán, como se lo explicaba a Joselito, que los animé de este tipo son siempre bien perfilados y todas unas nenas, y claro, detrás del inocente juego, hay toda una lucrativa industria de pornografía basada en estos personajes, yo no soy puritano, cada quien puede hacer con su pinga lo que mejor le parezca sin miedo a tabúes que nos impone la sociedad y menos a fantasías como el pecado, sin embargo, la salud mental de los menores eso si que me preocupa y creo que debe mantenerse una vigilancia por parte de los padres de que los menores tengan acceso al material adecuado para su normal desarrollo, sin más mi querido Joselito, tu decides, te dejo la galería que la disfrutes.

Clic en cada imagen para agrandar
























Salu2 a tod@s y Felicidades a Dallas que ayer se coronó campeón de la NBA

Mr. Moon.
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viernes, 10 de junio de 2011

Lo paranormal y los timadores, buxos con lo que creen

Siempre ser escéptico es un tanto complicado, sobre todo para los que vivimos en regiones altamente religiosas, sin embargo, los esfuerzos por educarnos tienen que ser continuados y los hay por suerte, y una cosa importante es desmontar a los timadores prestidigitadores, mediums y otras lacras (como los pitonizos, chamanes, presbiteros o sacerdotes) este video de escepticos en el pub nos explica como funciona nuestro cerebro y lo fácil que es ver cosas (patrones) donde no existen, y lo predispuestos que estamos tod@s a querer ser engañados, si eso mismo, aún que tu te creas que eres muy list@, en verdad estamos predispuestos, un vídeo por demás interesante, ya que estas procrastinando leyendo esta entrada, de paso aprende algo nuevo y que te sirve en la vida cotidiana para no dejarnos engañar, y sin más vamos por los magufos.







Salu2 a tod@s y Feliz cumpleaños a Junior's Store pues hoy cumplen 1 año, en hora buena

Mr. Moon.
La vida es un 10% como viene y un 90% como la tomamos.

martes, 7 de junio de 2011

¿Qué excita a las mujeres?


El pincel es fino. La hembra parece relajada. El clítoris, claramente visible. Mayte Parada, investigadora del Laboratorio de Neurobiología de la Universidad de Concordia (Canadá), levanta la cola de la rata para que se aprecie el foco de su investigación. El epicentro del placer de la hembra, de esta y otras especies cercanas, apunta ahí, al clítoris.
Esta díscola cápsula aglutina más de ocho mil terminaciones nerviosas, y en ella podría encontrarse el velado secreto de la sexualidad femenina. Muchos y muchas estarían de acuerdo con esa afirmación. Más aún si agregamos que el 90% de las mujeres necesita estimulación clitoridiana para que se produzca el gran apagón. Pero no podía ser tan fácil resolver un enigma que cada año produce más textos científicos que la teoría de cuerdas.
Mayte Parada es una de los centenares de ilustres investigadores que tratan de desmadejar el ovillo del sexo rosa. ¿Qué quieren las mujeres en el sexo? Sus ratas son afortunadas en el mundo de los laboratorios. Parada les inyecta hormonas que predisponen a las hembras a la cópula, provocando su ovulación. Después, les estimula el clítoris con el pincel impregnado en un aroma cargante. “El clítoris es un órgano que envía señales a áreas específicas del cerebro que regulan el comportamiento sexual de la hembra. Hemos descubierto que solo asocia la estimulación con placer si se hace con roces alternos (distribuidos en el tiempo), no constantes. El área preoccipital (MPIO) responde con mucha más actividad a la estimulación entrecortada, y no ante el estimulo constante”. Vaya con las ratas. Si les dan a elegir, se quedan con el macho impregnado con el mismo aroma.
“Esto nos dice que la estimulación del clítoris ayuda a asociar esa experiencia positiva con un macho específico. El clítoris de la rata funciona como un órgano de placer y de aprendizaje.” Si la rata se lo pasa bien, y no le ocurre con cualquier pincel, recuerda al macho que tenía el olor adecuado. “Estos estudios”, explica Mayte, “son un primer paso para entender la función del clítoris en el comportamiento sexual de la mujer”.

Me pido un combinado

El botón rojo, el clítoris, según todos los protocolos es un buen punto de partida para acabar con la guerra fría en las alcobas. Pero no está solo. Y aquí comienzan las complicaciones. Otras áreas genitales merecerían un tratamiento semejante. Según la región de donde proceda la señal que llega al cerebro, la sensación de orgasmo es distinta, y de ahí que sea común hablar de orgasmos clitoridianos, vaginales y “combinados”. Para acertar en la diana, hay que hacer un máster con mucha práctica; es decir, “masturbarse mucho”, recomiendan los sexólogos.
La senda por la que los impulsos nerviosos viajan de los genitales al cerebro es la médula espinal. Barry Komisaruk, especialista en psicobiología, relata en su libro La ciencia del orgasmo, publicado por la Universidad Johns Hopkins (EEUU), el caso de una mujer con una lesión en la médula que “crepitaba” al estimularse con un vibrador a la altura de las cervicales.
Komisaruk y sus colegas hicieron numerosas investigaciones de campo con voluntarias. “Creo que una de nuestras grandes sorpresas”, explica, “fue cuando encontramos mujeres que tenían orgasmos sin ninguna estimulación física. Alcanzaban el clímax (the big O) solo con la imaginación”. Algunas recreaban escenas eróticas; otras, paisajes… y una de ellas imaginaba ondas de energía que recorrían su cuerpo sinuosamente, enredándose en el vértice que formaba el ángulo de sus piernas. Komisaruk asegura que si estas mujeres pueden alcanzar el orgasmo solo con la imaginación, se debe a que el pistoletazo de salida de una buena carrera no está en el clítoris, sino detrás de los ojos. El “barrio rojo” del cerebro está perfectamente localizado. Algunos enfermos de párkinson, con implantes eléctricos ubicados en esa área para controlar los temblores característicos de la enfermedad, experimentan orgasmos o sensaciones muy parecidas de forma espontánea.
Para lubricar el cerebro hacen falta todos esos complementos intangibles que las mujeres piden con denuedo: “Imaginación, fantasía, sentirse deseada…” King Kong, el gorila, los tenía todos. En la versión sin censuras del filme, la bestia, colosal y peluda, sujeta a la bella Ann. King Kong, con esa manaza hecha para aplastar rocas, le quita la ropa muy despacio, mientras la música del metraje enciende la imaginación, y la mira con un gesto inconfundible: ¡la adora! El invencible Kong hace jirones el sedoso vestido, se lo lleva a la boca y lo olfatea como un fetiche. La sexy rubia se mueve como una anguila en las manos de su captor. Censuraron la escena por su carga erótica. Le quitaron la música, dejaron a Ann con el vestido intacto y añadieron unos alaridos de terror que aniquilaban cualquier reducto de tensión sexual. Da igual que King Kong sea un gorila peludo. Lo que acaban de demostrar en Toronto es que a la mujer, más que el personaje de la acción, lo que le excita es el contexto.
Meredith Chivers, de la Universidad de Toronto (Canadá), investigó las diferencias entre hombres y mujeres ante los estímulos sexuales. Las voluntarias observaron varios modelos de imágenes: parejas haciendo el amor, hombres desnudos haciendo deporte, mujeres desnudas, y también bonobos y chimpancés copulando al sol entre ramas y hojarasca.

Hay excitacion... y excitación

Las voluntarias de la doctora Chievers tenían que pulsar una barra de ordenador para indicar lo que les parecía excitante. Por otro lado, un pletismógrafo vaginal medía el aumento de la presión sanguínea de la pared del útero y del flujo. Según Meredith, las mujeres se excitaron físicamente, es decir, el pletismógrafo “pitó” con las imágenes de hombres y mujeres, tanto hetero como homo, haciendo el amor. También con los vídeos porno de bonobos copulando. Nada que ver con lo que pasaba por sus cabezas. Las mujeres solo reconocieron excitación sexual ante las imágenes de parejas. Para los hombres, sin embargo, excitación mental y genital son la misma cosa. Las mujeres tienen síntomas físicos de “deseo”, sin que por eso tenga que haber impepinablemente deseo erótico.
Si hay una “misión” hasta ahora imposible para los sexólogos, es encontrar el afrodisíaco perfecto que active ese deseo erótico. La ostra definitiva. Hay estudios sobre el café, el vino, el chocolate… Sin embargo, uno de ellos acaba de demostrar que la administración de un placebo mejora la falta de excitación de algunas mujeres. Creer que estaban tomando una píldora para la libido sirvió para que obtuviesen beneficios. El estudio se publico en Journal of Sexual Medicine, y era parte de una investigación que evaluaba los efectos del medicamento tadalafilo (Cialis) para los problemas de falta de deseo en las mujeres. Este producto pertenece a la familia de Viagra y Levitra, para la erección en varones. Había indicios de que favorecería la vasodilatación de la vagina y la lubricación. No resistió la comparación con un placebo, o sea, una pastilla de “nada”.
“Yo creo que las mujeres no saben lo que quieren en el sexo…”, lo dice Juan, un amigo felizmente casado. “Ah! ¿Pero es que quieren sexo?”, esto lo pregunta Manolo, también casado y satisfecho. Sigmund Freud lo decía de otro modo: “La gran cuestión que nunca ha sido respondida y que no he podido responder, a pesar de 30 años de investigación sobre la mente femenina, es ¿qué desean las mujeres?”
El doctor Pedro La Calle, ginecólogo y sexólogo del centro Galena Salud, en Madrid, tiene una respuesta. Asegura que vivimos días gloriosos para un investigador de la sexualidad humana: “Es un momento de cambios profundos, y uno de los más interesantes es el de la comprensión del deseo en la mujer”. Las ganas de sexo siguen siendo un motivo de consulta, pero ahora se aborda de otra manera: “Algunas autoras han propuesto un modelo distinto para interpretarlo, en el que se habla, más que de deseo, de interés en la relación sexual en el momento en que esta comienza, y no antes. El deseo previo a la relación se considera más propio del modelo masculino”.
Ana Belen Carmona, psicóloga y sexóloga de la Asociación Lasexología.com, lo explica de otro modo: “Cuando una pareja viene a consulta y nos dice que ‘ella no tiene deseo’, preguntamos: ‘Deseo, ¿de qué?’ Si hablamos de deseo de coito, pues es probable que los hombres lo tengan de forma más explícita y clara. Pero el gran problema es que lo que desea la mujer hasta ahora no se considera sexualidad; lo llaman cariño, afecto... Parece sexo de segunda división. Si hablamos de caricias, contacto físico… te diría que el deseo es mayor en las mujeres. Ese deseo de la mujer es tan importante como el del hombre. A los ‘preámbulos’ deberíamos quitarles el prefijo ‘pre’ y entender que eso ya es sexo, y del bueno. Al hombre aún le cuesta entrar ahí…”
Veamos qué dicen ellas: “A mí me gustan los juguetes, mucha masturbación, alcohol, los dos tipos de orgasmo… Me gusta a la hora del aperitivo y después de comer. Que no me despierten por la mañana para hacer el amor… ¡me pone de una mala leche!” Así responde Adela, 35 años. Lucía, 33: “No concibo el sexo sin preliminares… y largos. Si estoy en la cama con alguien que se salta el ‘calentamiento’, no entro en juego”. Paloma, 24 años: “Me gusta sentir que me han elegido a mí, que en ese momento soy alguien especial, aunque se trate de un polvo en el baño de la discoteca y ambos sepamos que no volveremos a vernos”.
Tanto el doctor La Calle como la doctora Carmona hablan de un momento de emancipación sexual de la mujer. Lo confirman los éxitos de la pornografía para mujeres de , la saludable venta de novela erótica femenina, las 335 asesoras de La Maleta Roja que organizan reuniones a puerta cerrada con las madres de las AMPA de los coles o las compañeras de trabajo ofreciendo productos que parecen joyas para llevar en el bolso. El curso de Enriquecimiento erótico, online, impartido por Lasexología.com que dirige Ana Carmona, por 200 euros, va como la seda. Erika Lust
La erótica de la mujer mejora, dicen los expertos. “Llevamos una década manejando las cifras de un trabajo poblacional que se hizo en EEUU y que arrojaba como resultado que en un 43% de las mujeres podía tener problemas sexuales. Ahora, dentro del grupo para la Investigación de la Respuesta Sexual de la Universidad de Almería hemos obtenido datos muy distintos. Encontramos que el porcentaje de mujeres con probabilidad de problema sexual está entre un 9 y un 11 por ciento… Son datos que coinciden con otros estudios internacionales. Y parecen mucho más realistas que los de hace diez años”.
¿Mejora, entonces, nuestro entendimiento en la alcoba? El profesor La Calle carraspea antes de contestar: “Verás, no hay datos científicos, porque los criterios han cambiado de 2000 a 2010. Mi opinión como experto es que se ve que la mujer está evolucionando, pero no el hombre; o al menos, su proceso de evolución erótica es más tímido”. La mujer ha dejado de querer en la cama príncipes azules que la rescaten del dragón, para quedarse con el dragón que escupe fuego. Y además, le basta con imaginarlo.
Fuente http://www.quo.es/sexo/curiosidades/que_excita_a_las_mujeres

Salu2 a tod@s y Felíz cumpleaños a Dany que ayer estuvo de cumpleaños
Mr. Moon.
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