lunes, 19 de agosto de 2013

Es perjudicial para la salud el WiFi ?

por Raquel Quelart
1. No hay que dar ningún crédito a una información cuya fuente sean Geosanix, la Organización para la Defensa de la Salud, la Fundación Vivo Sano, la Fundación para la Salud Geoambiental o cualquier otra sociedad de su órbita. Estas entidades son organizaciones pseudocientíficas que fomentan histerias interesadamente, ya sean contra las ondas de radiofrecuenccia o contra productos químicos inocuos. Inventarse una enfermedad, convencer a la gente de que la tiene, o puede tener, y venderle un remedio inútil puede ser un magnífico negocio.
2. Escuela Sin Wi-Fi no es una plataforma independiente, y mucho menos una iniciativa de “algunos padres”, sino una creación de la Fundación Vivo Sano. El núcleo duro de Escuela Sin Wi-Fi lo componen esa entidad y sus organizaciones hermanas del número 36 de la calle Príncipe de Vergara. La plataforma alardea en su web de contar con el apoyo de grupos de zahorís y ecologistas, y entre las organizaciones que la respaldan están Plural 21 y la World Association for Cancer Research (WACR). La primera niega que el VIH cause el sida, defiende que lo mejor para curarse del cáncer es dejar que la enfermedad evolucione sin tratamiento alguno, está contra los transgénicos, y aboga por el uso del agua de mar como alimento y medicina, entre otros disparates. La WACR es una entidad anticientífica impulsada desde la revista Discovery DSalud, publicación que comparte las ideas de Plural 21 respecto al sida y el cáncer.
3. Un geobiólogo no es un científico; sino un brujo. Geobiología es la denominación mediante la cual el zahorísmo o radiestesia pretende hacerse pasar por ciencia ante los legos. Lo cierto es que sus practicantes carecen de formación y titulación científica. No son ni biólogos ni geólogos. Son zahorís que han sustituido las varillas de madera de sus antepasados por máquinas que hacen ping, como en su día los astrólogos empezaron a vender horóscopos confeccionados por ordenador. Consultar a un geobiólogo sobre los riesgos de las emisiones electromagnéticas es como pedir asesoría a un quiromántico sobre un problema de salud. Un geobiólogo es un zahorí cuyo negocio se basa en la extensión del pánico electromagnético, y todo reportaje en el que el guía sea uno de estos personajes es pura pseudociencia.
4. No hay ninguna prueba de que las ondas de telefonía provoquen cáncer ni ninguna otra dolencia. Ése es el consenso científico, que se basa no en acuerdos subjetivos, como el político, sino en la evidencia teórica y experimental acumulada. “Los resultados de estas investigaciones epidemiológicas (se refieren a las de los últimos veinte años) son muy consistentes y tranquilizadores, y han llevado a la OMS y al Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos a decir que no hay evidencia concluyente o consistente de que la radiación no ionizante emitida por los teléfonos celulares esté asociada con un mayor riesgo de cáncer”, sentenciaban en julio de 2011 John D. Boice y Robert E. Tarone, del Instituto Internacional de Epidemiología de Estados Unidos, en un editorial en el Journal of the National Cancer Institute, la revista de investigación contra el cáncer más importante del mundo.
5. No hay ninguna prueba de que la hipersensiblidad electromagnética exista fuera de la cabeza de los enfermos y de los intereses de quienes hacen negocio del miedo. LA OMS -que ha redactado varios esclarecedores documentos sobre campos electromagnéticos y salud pública- admitió en diciembre de 2005 que hay personas que dicen sufrir problemas de salud por su exposición a los campos electromagnéticos y que los síntomas son no específicos (enrojecimientos de la piel, sensación de quemazón, fatiga, palpitaciones, náuseas…), aunque pueden llegar a resultar discapacitantes. Pero concluyó que “no hay bases científicas para vincular la hipersensibilidad electromagnética con la exposición a los campos electromagnéticos”. Los expertos de verdad -no los geobiólogos- consideran, a partir de las pruebas, que la hipersensiblidad electromagnética es una patología de origen psicosomático.
6. No existe ningún mecanismo biológico conocido por el cual las emisiones de un móvil podrían provocar mutaciones en el ADN. “El riesgo para la salud es cero o lo más parecido a cero. Son tan peligrosas como escuchar la radio. No hay ningún estudio publicado en una revista científica en el que se haya demostrado algún efecto nocivo. Si lo hubiera, sería de premio Nobel. Significaría que toda la física del siglo XX está confundida y, entonces, ¿cómo se explica que el hombre haya llegado a la Luna y los aviones sigan volando y no se caigan?», suele preguntarse el biofísico vasco Félix Goñi, premio Euskadi de Investigación 2002. Ténganlo presente.
7. La ondas de telefonía son para la IARC tan cancerígenas como el café. Es verdad que la IARC catalogó en mayo de 2011 las radiaciones del teléfono móvil “como posiblemente cancerígenas para humanos”; pero también lo es que, en la comunidad científica, nadie se explica las razones de esa decisión cuando los propios autores del estudio reconocían que se basaban en pruebas limitadas e inadecuadas. La decisión de la IARC fue política y nunca ha habido pruebas científicas que la sustenten, como quedó demostrado cuando publicaron el corrrespondiente informe en la revista The Lancet Oncology. En nuestro país, el entonces secretario general de Sanidad, José Martínez; la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC); el presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), Emilio Alba, y el presidente de la Fundación Instituto Valenciano de Oncología (IVO), Antonio Llombart, no dieron crédito alguno a ese dictamen desde el principio. Ni lo dan ahora. n el grupo de carcinogenicidad 2B, en el que la IARC ha incluido las ondas de telefonía, también está el café.
8. Muchos científicos -físicos y biólogos- prefieren no hablar con periodistas sobre ondas de telefonía y cáncer por miedo a los antiantenas. La razón es que esos colectivos antiantenas son muy hostiles y no dudan en amenazar, incluso mediante anónimos en el buzón, a quien defiende posturas científicas frente al alarmismo. Si un periodista quiere hablar sobre este tema con algún investigador, lo mejor es que se ponga en contacto con el departamento de Prensa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Si lo desea, también puede recurrir al Círculo Escéptico, algunos de cuyos socios y colaboradores son destacados investigadores y divulgadores.
9. El entramado de entidades que explotan el pánico electromagnético cuenta con algunos científicos aislados que apoyan sus puntos de vista, como José Luis Bardasano, de la Universidad de Alcalá de Henares, y Joaquim Fernández-Solà, del hospital Clínic de Barcelona. Al igual que la presencia de un geobiólogo, la intervención de Bardasano o de Fernández-Solà en un reportaje lo despoja de toda credibilidad científica.
10. Los epidemiólogos tenían que haber detectado hace tiempo un  aumento de los cánceres cerebrales vinculado al incremento del uso del móvil y la Wi-Fi si las ondas de radiofrecuencia fueran tan nocivas como mantienen los promotores del pánico electromagnético. Además, debería haber numerosos artículos en la literatura científica sobre pruebas del peligro de las ondas y el mecanismo biológico por el que alterarían el ADN. Si alguien le habla del aumento de ciertas patologías y de los efectos nocivos de las ondas de telefonía y de Wi-Fi, pídale los artículos en los que se basa para sostener eso y, si es necesario, recurra a un experto en la materia para que los examine.

Salu2 a tod@s y felicidades a Julio Kellman pues hoy esta de cumpleaños
Mr. Moon.
La vida es un 10% como viene y un 90% como la tomamos.