martes, 25 de octubre de 2011

Que los políticos que ?



Pd.- Intervención de Keith Olbermann en Countdown el día 01/08/2011



Traducción al castellano:


Termino, como había prometido, con un comentario especial sobre el acuerdo de la deuda.

Nuestro gobierno ha abandonado el concepto del bien y del mal.

Con este acuerdo hemos aceptado la asunción de que ciertas verdades se validan a sí mismas: que todos los titulares políticos son creados del mismo modo, que el autor los dota de ciertos derechos inalienables, entre los cuales se encuentra el re-nombramiento, la reelección y la hipocresía como objetivo.

Con este acuerdo hemos pasado de las Cuatro Libertades a las Cuatro Grandes hipocresías.

Hemos autorizado al Congreso el recorte de 750 billones de dólares en gasto doméstico, -incluyendo Sanidad-, para poner fin a una crisis inducida artificialmente como rehén política de la deuda, cuyo origen proviene del gasto acumulado por el presidente republicano que canalizó miles de millones de dólares de los contribuyentes hacia la industria militar inmersa en guerras ilegítimas, innecesarias, e improductivas; autorizado para ello por los mismos líderes republicanos que ahora lloran por el equilibrio presupuestario; a esto lo hemos llamado compromiso. Y los que le defienden lo llaman ‘crédito a un presidente pragmático’, aquel que ganó ‘puntos’ en política habiendo resistido por casi nada y, al mismo tiempo, habiendo hecho casi nada por lo poco que defendió.
Sería cómico si no fuera trágico.

De cualquier manera, este es un momento crucial de nuestra historia en el que ambos lados políticos han acordado e institucionalizado que la estructura política de esta nación se base ahora totalmente en la hipocresía y la política de auto-perpetuación.

Comencemos con la primera de las hipocresías: el Comité. Los esbirros republicanos pueden ir corriendo a contarles a sus amos de las grandes corporaciones que han forzado recortes por un billón y medio de dólares y les han eximido de responsabilidad al respecto en este absurdo comité del "Super Congreso".

En los últimos desastrosos dos años y medio hemos escuchado a estos bocazas del Tea Party cacarear acerca de la Constitución de los Estados Unidos como si fuera la palabra revelada y no el fruto del trabajo de otros políticos –bien mejores que ellos-. Exigen la derogación de las enmiendas que no les gusta, y la interpretación estricta de las que sí les gusta, y además requieren que se cite de manera específica en la Constitución la autorización para todas las propuestas, gastos, o cambios en la legislación.

Excepto en este caso.

¿Dónde dice en la Constitución que ambas cámaras pueden crear una tercera que les haga el trabajo sucio; sacrificando a algunos congresistas y senadores de tal forma que la gran mayoría de los titulares puedan decir a los votantes que no han tenido nada que ver con todo esto?

Esto lleva a la segunda de las enormes hipocresías: ¿cómo es posible que de una sola tacada los republicanos puedan crear un "Super Congreso" al margen de la constitución y, sin embargo, también demanden una enmienda constitucional que fuerce la estupidez económica de limitar el techo de gasto constitucionalmente? En primer lugar, elegid una de las dos cosas: Ignorar la Constitución o adherirse a ella.

En primer lugar una de dos, o ignoráis la Constitución u os adherís a ella. ¿En cuánto se limitará el techo de gasto? Nuestra propia historia demuestra que en un momento de crisis económica, si las empresas no están gastando, y los consumidores no están gastando, el gobierno debe hacerlo. Nuestros antepasados fueron las ratas de laboratorio de los horribles experimentos de la Administración Hoover que condujeron a la Gran Depresión, en la que el gobierno se acurrucó en una bola mientras que al mismo tiempo insistió en que la economía debía recuperares por sí misma; cuando, en tiempos de crisis - entonces y ahora - la economía resulta estar condicionada enteramente por un puñado de gente rica que se sentará sobre su dinero, sin importarles si se muere el país de hambre.

Olvidadas tras la hipnótica danza vudú republicana, y ocultas bajo el espejismo de la limitación constitucional del techo de gasto, y bajo el triunfal argumento cortoplacista de la reducción de personal esgrimido frente a sus estúpidos seguidores, se encuentran las consecuencias a largo plazo de la limitación constitucional del techo gasto.

¿Qué pasa si hay otra guerra?

¿U otro atentado terrorista?

¿U otra catástrofe natural?

¿O cualquier otra emergencia que requiera que el gobierno gaste más de lo que tiene? Una enmienda constitucional que nos niegue el derecho a ampliar el déficit es una locura. Lo podremos comprobar debido a cualquier catástrofe antes de lo que cualquiera de estos autores de imaginación subdesarrollada que tan solo saben contar contribuciones y votos, puedan imaginar.

Y la tercera de las hipocresías se oculta bajo el engaño denominado Super Congreso. Se supone que el Super Congreso recortará de manera ecuánime tanto en el gasto interno, como en defensa, pero si no se ponen de acuerdo sobre los recortes, o el Congreso no los aprueba, habrá un desencadenante automático que recorte uno, dos o más trillones de dólares. Pero dichos recortes no se producirán necesariamente de manera ecuánime desde el Pentágono. Se nos presenta un acuerdo que parece garantizar la salvaguarda de todas las vacas sagradas del Departamento de Defensa. Excepto si los congresistas y senadores para quienes dichas vacas son sagradas, no llegan a un acuerdo, denieguen, o saboteen al tal Super Congreso o, salvo si por alguna razón un comité de 12 miembros divididos en partes iguales entre los partidos no logran evitar terminar con los malditos votos 6 a 6.

Recortaremos en defensa. O no.

La cuarta de las hipocresías es el acuerdo tácito de no incrementar el presupuesto para la implementación del proceso de recortes. No sólo se ha institucionalizado la tendencia a cargar el sacrificio en el recorte en recursos humanos, en el presupuesto de los pobres y en la gente dependiente... sino que además los ricos y las grandes corporaciones además serán indemnizados, de nuevo. Recibirán dinero no sólo para gastárselo en ellos mismos y en sus propios lujos, sino que recibirán más dinero para comprar a más políticos, legisladores, tribunales, estados enteros, todo lo cual puede ser dirigido como tantas armas, al servicio de una causa y una sola causa: institucionalizar y establecer la futura protección de los ricos a expensas de todos los demás de manera intocable, inviolable y permanente.

Hoy la Casa Blanca se jactó de que cerrará alguna fisura jurídica y de que serán rescindidas ventajas fiscales a posteriori.

Lo hará un comité.

Comité que aún no se ha formado.

No hay nuevos impuestos. Excepto aquellos que se aplican de manera subrepticia, aplicables en la práctica sobre 99 de cada 100 estadounidenses debido a esta envenenada operación. Cada dólar que se recorta de la red de protección social es otro dólar añadido al coste para los ciudadanos en la educación, en seguridad, en salud, en la vida misma. Se trata de otro dólar que no se puede gastar en hacer una vida mejor para uno mismo, o al menos para los hijos. Se trata de otro dólar que se ha de gastar en, sencillamente, mantenerse vivo.


¿Dónde está la indignación por estas hipocresías? ¿Espera usted que provenga de los corruptos medios de comunicación, para quienes el acceso es mucho más importante que criticar las faltas de un partido político o la defensa de aquellos que no compran a los periódicos o no pueden permitirse sitios web corporativos para articular recaudaciones o entrar en la televisión por cable?

¿Espera usted que provenga de una estructura política cínica y manipuladora? ¿Espera usted que provenga de unos funcionarios electos que ya no están interesados en nada de gobierno o gobernabilidad, sino que sólo se interesan por la manera de ser elegidos, o cómo posar delante de una cámara y hacer el papel de líderes? ¿Espera usted algo de quienes calculan la validez de una medida en función de si les reportará beneficios electorales y contribuciones o no?

¿Espera usted que provenga de la amplia clase media de este país, con una población obsesionada con el entretenimiento, los videojuegos, los cotilleos, los deportes y banalidades?

¿De dónde vendrá la indignación entonces?

¡De usted!

No servirá de nada esperar a que los políticos expíen de repente sus pecados. Están demasiado ocupados tratando de mantener sus puestos de trabajo, para hacer su trabajo.

No servirá de nada esperar a que los medios de comunicación se acuerden de repente de sus orígenes como la "prensa libre", como el perro guardián de la democracia imaginada por Jefferson. Están demasiado ocupados tratando de conseguir detalles exclusivos de cómo los ladrones vaciaron los bolsillos de los ciudadanos, como para que les importe un bledo decirle a nadie qué apariencia tenían y por dónde se fueron.

No servirá de nada esperar a que un público apolítico entienda lo más mínimo. Jamás podrán entender nada a través de tanta charlatanería, escándalo, distracción, engaño e espejismo.

La traición a lo que esta nación se supone que es, no empieza en este acuerdo y seguramente tampoco terminará debido al mismo. Hay una marea horadando los derechos de cada uno de nosotros, y ha sido inducida artificialmente por el desgaste a los sindicatos, por los ardides de quienes odian y siembran miedos, y ahora por éste cada vez más institucionalizado ataque al estadounidense medio. Continuará, y nos va a aplastar, porque los causantes de esa marea están organizados, unificados y decididos.

Y la única reacción posible ha de ser organizada, unificada, y decidida. Tenemos que encontrar de nuevo la energía y la motivación de la década de los 60 y principios de los 70 y tenemos que protestar en las calles contra este acuerdo y contra todos los malditos acuerdos que estén aún por venir. Debemos levantarnos, sin violencia pero con insistencia. Huelgas generales, boicots, protestas, plantones, resistencia pacífica, ocupaciones; pero versiones modernas de aquella resistencia, amplificada y mejorada ahora, por un arma que nuestros predecesores no tenían: la gloria que supone la comunicación instantánea.
Se puede aprender de una película vieja y casi un cliché: en primer lugar, hay que enfurecerse.


No le puedo decir a usted que vaya aquí o allí a tal o cual hora y que pacíficamente seremos capaces de someter al gobierno que ahora existe básica y únicamente para que sus funcionarios sean reelegidos. Pero puedo decir que el momento para restablecer el control sobre el gobierno, y que éste actúe por y para nosotros terminará, y nos lamentaremos de no haber actuado antes.


Este acuerdo es más que un punto de inflexión en el cual el gobierno oscila entre defender nuestra red de protección (sistema público) a destruirla. Esto está mal, y mientras nuestro gobierno ha decidido abandonar la idea de lo que está bien y lo que está mal… Usted y yo no lo hemos hecho, y no lo haremos.


Buenas noches, y buena suerte


No se ustedes, pero si cambian USA por ESA suena igual de bien


Salu2 a tod@s y Felíz cumpleaños a Moises N. Blas C. y Rodrigo D. que estuvieron de cumpleaños por estos días


Mr. Moon.
La vida es un 10% como viene y un 90% como la tomamos.

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